viernes, 6 de agosto de 2010

Malgastando pesos

Hola!!!
          Desde hace unos cuántos días se encuentra de visita mi sobrina Camila, por lo tanto decidimos salir a tomar algo por ahí. Pasamos a buscar a Cata a la salida de la escuela y nos fuimos al centro en busca de un lugar para estacionar. Cosa nada fácil en este Bariloche, que lo único que le queda de pueblo es lo angosto de las calles...
Luego de conseguir el milagro (estacionar), nos fuimos a un lugar nuevo donde abrieron una " patisserie", que para la pueblerina que llevo adentro ya me sonó interesante, fino y mundano.
El lugar lindo y con mesas desperdigadas dentro de una galería.Como no había lugar, nos sentamos en la única mesa dentro de una especie de shopping, que si estaba ahí es porque se podía usar. Fuimos al mostrador a ver la variedad de cupcakes y panes caseros. Nos entraron por los ojos! Había variedades con manzanas, con maracuyá, con chocolate, con marroc, con merengue...Vino la moza y le pedimos dos chocolates y un café con leche para tomar y cupcakes de las últimas tres variedades mencionadas.
Mientras esperábamos mi hija y mi sobrina se empezaron a sentir incómodas porque todos los que entraban nos miraban. Luego llegó nuestro pedido. Todo bien presentado con vajilla con florcitas y de verdad, nada de plástico y esas cosas. Pero los tres cupcakes vinieron en un solo mini platito, amoroso pero chiquitísimo.Ya para comerlos te preguntás cómo hacer porque, con lo que tienen arriba y el papel en que se cocinan ya tenés un problema. Primero le pegué un mordisco tipo sandwich, pero me llené de merengue el pelo. Desistí. Luego tratamos de comerlos todas desde ese mini platito. El chiquitín iba de una a la otra, con serio riesgo de caerse. Por fin decidimos apoyarlos en una servilleta y usar las cucharitas que nos dieron para revolver nuestras bebidas. Por fin pudimos entrarles!! La verdad? Un chasco! Gusto a torta insípida con un corazón de marroc duro y empalagoso, con el merengue seco  y pegajoso por arriba. Para colmo de males los chocolates que pidieron las chicas, de tanta maicena que tenían parecían una gelatina y encima con unos grumos bastante impresionantes... En resumen: un malgasto de dinero!! Todo esto acompañado de las miradas de cuanto turista entró al lugar. Ya habíamos pedido la cuenta cuando nos pidió permiso para sentarse en unas de las sillas vacías, un muchacho con su nena de unos seis meses. Por supuesto que le dijimos que si. Al ratito llega su esposa entusiasmada con la variedad tan vistosa e interesante de cupcakes, con lo cuál nos ocupamos de echarles un balde de agua fría y advertirles sobre el engaño de tan atractivo menú, pero jóvenes y tontos, allá se fueron a malgastar su dinero. En fin!! Como le dije a Cami: la experiencia es un peine que te llega cuando estás pelado. Que se joroben!!! Besos y abrazos!!

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